La recontracoparon:

20100525

ParaTi*



Celeste Cid


El año pasado se dijeron muchas cosas sobre ella: que estaba en recuperación por su adicción a las drogas, que había intentado suicidarse, que estaba embarazada de Fito Páez… Ella guardó silencio y se avocó a filmar Eva y Lola, la película que protagoniza junto a Emme y que se acaba de estrenar. Hermosa y angelical como siempre, la actriz y joven madre asegura que ya nada es como antes.

En algún lugar secreto entre los personajes y la vida, está Celeste. Tal vez en el andar movedizo y la mirada pura y luminosa del film Eva y Lola. O en la ternura un poco oscura, extraña, de Malena; esa hermana menor del nuevo unitario de Pol-Ka. Difícil saber cuáles son los límites geográficos de su mundo. Aunque, si hay algo claro, es que del único sitio que está lejos la chica que ahora llega al bar, es del ojo de la tormenta. De lo que se dice –se dijo– de ella. Sus ojos brillan.

Le queda lindo el look día de lluvia: impermeable y botas de goma floreadas. Parece que el temporal de su vida ya pasó. Pero aun así recrea las primeras gotas: “Una tarde, dando entrevistas, dije que iba a comprar cigarrillos y nunca volví. Llevaba seis horas hablando y me quedaban dos más. Lo hice sin pensar, paré un taxi y adiós. Al otro día se publicó: ‘Celeste Cid, borracha, deja plantada a la prensa’. Ahora, en cambio, estoy en un momento muy paciente de mi vida”, dice, y sonríe.

Se dijeron muchas cosas. ¿Qué te pasó realmente el año pasado? No quiero hablar de eso. Fue un tiempo difícil, de búsqueda. Pero ya está. Todo el mundo tiene crisis. Me reseteé. Barajé y di de nuevo. Necesitaba parar la pelota.

¿Para qué te sirvió hacerlo? Para acomodarme. Fueron demasiados sacudones, muchos años de estar en contacto con el afuera. A veces entender qué es lo que pasa internamente lleva un segundo, pero ordenarlo tarda años. Creo que eso está pasando. Yo lo veo en mí y en los demás: logré cierta calma y ahora me digo: “Esto era”.

¿Sentís que se te faltó el respeto?
Bueno, si ocurrió fue porque yo lo permití. Antes me enganchaba más. Ahora sé hasta dónde me toca. Es muy duro que se digan esas cosas y no sólo para uno, sino para la familia. Han llamado a casa parientes lejanos para preguntar si era cierto esto o aquello.

¿Seguiste todo lo que se dijo? Intenté no hacerlo, aunque me llegaron muchas cosas por mis amigas o por mi familia. Lo que se dice públicamente te afecta, aunque no quieras.

¿Cómo fue la vuelta al trabajo diario? Eso era lo que más necesitaba. Funcionó muy bien en el orden, estoy acostumbrada a la disciplina. Capricorniana, ¿viste?

SALE EL SOL. En el cine es Eva, una chica fantasiosa y nostálgica, la protagonista de la nueva película de Sabrina Farji. Se anima a un tema difícil: los hijos apropiados durante la Dictadura. “Me interesó mostrar esa realidad con un personaje muy luminoso. Yo nací en Democracia, me toca desde otro lugar. Por eso traté de no pensar en el peso que tiene, sino en hacer una lectura existencial: la identidad, los padres… Eso nos pasa a todos. Lo lindo de la peli es que es una historia de amistad muy hermosa con un trasfondo oscuro”, concede y cuenta que su trabajo junto a Emme dejó como saldo, justamente, amistad y nuevas aptitudes: cantar, bailar y hacer acrobacia.

¿Te llegó en buen momento una interpretación en un marco de tanto dolor? Si, no necesité pensar cómo hacerlo. Yo también estaba en esa búsqueda a nivel personal, lo entendía. No tuve que actuar el sufrimiento. Con el tiempo pude darle sentido a toda esa vivencia de ficción y de realidad. Creo que el saldo es positivo, la confirmación de que lo opresivo puede ser crecimiento.

¿En el último tiempo te conectaste desde otro lugar con la actuación? Si, me relajé. Comencé de muy chica a trabajar y nunca tuve la posibilidad de ponerme a estudiar, hice el proceso inverso. Eso te deja como embotado. Sentía que debía nutrirme de las cosas de la calle, de la vida. Si lo mío era estar todo el tiempo adentro de un estudio de grabación, iba a ser una fantasía permanente. Se volvió en contra en un momento.

¿Cómo y cuándo? Desde los 11 hasta los 19 años no paré, y es una etapa constitucional. Al principio disfrutaba mucho, pero cuando arranqué con “Resistiré” ya no fue lo mismo. Se trató de un año poco agradable. Por suerte tuve a mi hijo y pude conectarme con el costado más hermoso de la realidad, que es ser madre.

¿Cuál fue tu sensación en esa etapa? Que debía sobreadaptarme a la vida y a los cambios que iba atravesando. Había sido una nena trabajando en un mundo de adultos. No es fácil, a mi me costó. El saldo era que de repente yo podía comprarme una casa, por ejemplo. Aunque el precio era demasiado alto.

¿Por qué decidiste decir “basta”?
Necesitaba encontrar en dónde estaba parada y sobre todo cómo quería pararme. Así fue como renegué de la idea de tener una casa enorme y con parque: entendí que es mejor tener una chiquita, pero trabajando sólo donde quisiera. Son elecciones. Hoy, más que a lo profesional, aspiro a mi felicidad.

¿Qué es lo interesante de tu personaje en “Para vestir santos”? Que se va moldeando: es una especie de freak que tiene un tema con su sexualidad. Va rebotando junto a sus hermanas. Con mis compañeras de elenco se dio algo lindo: no nos conocíamos y ahora estamos muy pegadas. Si no grabamos juntas nos mandamos mensajes de texto o hablamos por teléfono. No recuerdo haber tenido ese contacto antes.

¿No pensás que a lo mejor vos cambiaste de actitud? Sí, es probable. Alguna vez renegué del medio, pero después me arrepentí, porque es la misma energía a la inversa: de algo que no nos gusta también puede salir algo bueno. No se puede estar peleado con algo de lo que sos parte. La posibilidad de decir “no” está siempre. De alguna forma estoy encontrando mi “lugarcito”.

¿Y por qué en diminutivo? Porque a lo mejor no es el que tenía antes. Años atrás creía que lo máximo era recibir un protagónico y ahora me siento más cómoda con papeles chicos. Es más relajado.

¿Sentís que el medio puede llegar a ser perjudicial para la salud?
Hay algo tan vacío… Es todo para afuera, el foco está puesto en los cuerpos. Yo en cambio soy para adentro. No me siento representada con la chica sexy y maquillada. Me veo más contando una historia que mostrándome.

Sos la cara de la campaña de Las Oreiro. ¿Cómo te llevás con la moda? Me gusta. Pero más que la moda, me encanta la indumentaria. Me encanta investigar, elegir prendas antiguas o rescatar algo de madre o abuela. Coser, achicar… me encanta. A mi hijo cuando era chico le hacía mucha ropa: compraba telas, les pegaba lentejuelas. ¡Obviamente, ya no me lo permite!

¿Qué papel juega el físico en el trabajo con la imagen? Mirá, el año pasado había engordado bastante… No trabajaba y me dediqué a comer; todavía me quedan un par kilos para bajar. Te das cuenta de cuál es la mirada de los demás: siempre fui muy flaca y de repente aparecer con las piernas de Maradona generó un rumor al respecto.

Como cuando se dijo lo del embarazo… Tal cual. Nunca estuve embarazada. Hace poco una periodista me preguntó: “¿Por qué estás tan gorda?”, y me pareció terriblemente impune. No entiendo cómo se le puede decir eso a alguien. Hay que tener mayor delicadeza con ciertos temas. Aparte, tampoco es que estoy taaan gorda. Trato de comer menos, pero no me cuido: hice gimnasia una sola vez en mi vida. Me da mucha fiaca.

¿Sos consciente de que tu aspecto frágil despierta mucha ternura en la gente?
Me lo dicen bastante… Es bueno, me parece. El año pasado había gente que me paraba por la calle para decirme que rezaba mucho por mí. Otros me abrazaban y me pedían que me cuidara, que me pusiera bien. Sentí mucho cariño, como cuando era chica. Por un tiempo había dejado de pasar, así que fue lindo recuperar esa energía.

Se habló de tu relación con Fito Páez, se dice que estás en pareja. ¿Es cierto? ¡No! Nunca estuve más sola en mi vida, ojalá estuviera con alguien. Pero no. Hablan por mí, nunca dije nada al respecto.

¿Cómo vienen los proyectos?
Sigo con la tira de Canal 13 hasta fin de año. Y me ofrecieron hacer una obra de teatro en España. Está buenísimo que me convoquen de otro país, siempre quise trabajar afuera. Pero no son decisiones que puedo tomar así como así, tengo un hijo.

Y tu hijo André, ¿cómo está? ¡Hermoso! Ya tiene 6 años. Le encanta jugar al fútbol, la música… Y hay días en que sólo quiere estar frente a la play station. Con el padre (N. de R.: Emmanuel Horvilleur) tratamos de que no se pierda las cosas lindas, simples. Estamos muy unidos en su crianza y a mí me divierte mucho. Los chicos no te dan opción: si le digo que estoy cansada, responde: “¿Qué me importa?”. Sin duda él me enseña más cosas a mí que yo a él. Cuando un nene llega a una familia pone en primer plano el sentido de la vida.

¿Con qué fantaseás? Con pasar desapercibida, mudarme a una provincia, estar más con la gente y poder hacer cosas cotidianas. Pero no sé si esa vida no me daría un panic attack. A lo mejor tiene que ver con que ahora tengo mucho trabajo y uno siempre quiere lo que no tiene. Es como en el cielo: las estrellas que vemos ya no existen. Y es probable que este momento ya haya pasado y sea parte de nuestro propio recuerdo, de ahí la nostalgia.

Aprovechando la idea de lo pasado. ¿Qué sentido tiene para una chica de tu edad el Bicentenario? Yo soy más del “Imagine” de John Lennon, sin países ni límites. Cuando era chica y veía los mapas me preguntaba por qué había tantas líneas si el mundo es uno. Creo que lo único que mantiene el espíritu y la fuerza de una Nación es la comunión entre las personas. Y en este país la gente es muy solidaria, me consta.

Maquilló y peinó: Marina Ruiz para “Mala” peluquería. Agradecimientos: Las Oreiro, Justa Osadía, Medias Silvana, Bardot, Restó Bar Peruano. www.restobardot.com.ar

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